Publicado el 18/08/2023
Hola, soy el lobo. Ese lobo que no te gusta. Que no amáis.
Estoy enfadado, sí. Porque todo el mundo tiene lo que yo no tengo. Todos tienen un lugar al que ir cuando necesitan ayuda. Algunos de estos sitios son inestables, otros son fuertes y
capaces de protegerte de todo.
Pero yo no tengo espacio.
En mi espacio sólo estoy yo.
No podía continuar así.
Ahora entiendo que lo que necesitaba era un sitio donde sentirme seguro. Donde por la noche el miedo no subiera por mis sábanas hasta llegar mi cabeza, mis brazos, sin que
me repasara todas las partes del cuerpo y no me dejara dormir.
Intenté pedir ayuda.
Lo pedí, de verdad que lo pedí.
Llegué a gritarlo. Pero se quiso interpretarme como alguien enojado y rebotado
con el mundo, una persona peligrosa. Y no es así. ¿O quizás sí? No lo sé, pero en cualquier
caso a mí nadie me ayudó, y por eso ahora no me encuentro bien. Y cada vez el cuerpo me
duele más. El pensamiento de lo que soy me pesa y no me gusta nada la idea que tenéis
de mi.
Tú, que fuiste el primero al que te pedí ayuda. Me dijiste que no porque ya
tenías preocupaciones por mantener en pie tu espacio seguro. Fuiste débil. No
ayudarme te hizo débil. Corriste a pedir ayuda, igual que yo, pero a ti te recibieron
con los brazos abiertos. Si me hubieras ayudado, esto no habría ocurrido.
A ti, que sé que eres capaz de amar y cuidar. ¿Por qué a mí no? ¿Te daba miedo? A él le recibiste y a mí me cerraste la puerta en las narices. Eres un mierdas. Ojalá
entendieras que es no tener nada y no recibir ninguna ayuda. Pero sin embargo a la mínima
que no sabías qué hacer fuiste a pedir ayuda y te la dieron, pero yo recibí
un enorme no. Si me hubieras ayudado, esto no habría ocurrido.
Finalmente tú, que me mirabas y casi te reías de mí. Te ves muy lejos de lo
que yo vivo, no? De lo que yo soy. ¿Qué crees, que me lo merezco? ¿Qué me lo he
buscado?
Como siempre, saliste adelante. En el bolsillo tienes a los que no me ayudaron, porque
por algún motivo que desconozco ellos se sienten protegidos contigo. Realmente no les
das nada y te lo quedas todo.
Te quedas con una fortaleza incuestionable. Inquebrantable.
Déjeme a mí, el lobo que nadie se ha atrevido a mirar con otros ojos. El lobo el
que le ha girado la cara cuando pedía ayuda. El lobo que nada tiene. El lobo que
está solo. El lobo que no queréis ver. El lobo que no existe.
Ahora este lobo ya está fuera. He ido a buscar ayuda a otro espacio. Si me quedo
aquí, moriré. Y entonces el culpable de mi muerte también seré yo. Los que conocerán
mi historia la verán cómo la véis vosotros. Porque es así. Los que ganan
son los que escriben la historia y los demás somos los que callamos. Callamos porque si
gritamos no hacéis daño.
Ésta es una de las mil historias de los lobos que no habéis ayudado.
Rita Cruañas Sánchez